«La culpa no solo es del político»

A pocos días de abrirse el periodo de inscripción de candidatos a la Cámara de Representes y Senado de la Republica, en el departamento del Huila diferentes aspirantes a esos cargos, recorren los lugares más recónditos de la tierra de promisión buscando apoyo de líderes políticos que les permita posicionar y llevar con éxito sus pretensiones  electorales; en algunos casos, paralelamente y de manera menos intensa, los  últimos, desde muy temprano trazan camino de cara a las alecciones territoriales de Concejos y Alcaldías, y quienes gustamos de la política y la democracia en el buen sentido de la palabra, adscritos ya a alguna candidatura y/o aspiración, observamos lo difícil que es hacer campaña política en un país de necesidad.

Resulta el pan de cada día los requerimientos MASIVOS del electorado, “Ayúdeme con trabajo para mi familiar, con la libreta militar, el curso de vigilancia, el uniforme del equipo de futbol, la licencia de conducción, la formula médica, sostenimiento mensual”, en fin, se vuelve interminable la lista de peticiones, sumado a lo costoso de la agenda diaria; cada reunión implica asumir los gastos de logística, alquiler de sillas, del lugar, el refrigerio, el transportes de los asistentes e.t.c, hace que las candidaturas únicamente sean llevaderas bajo el respaldo del mismo aparato estatal, quien muchas veces se ve afectado por el aumento excesivo de burocracia y la necesidad de impulsar procesos de contratación acomodados; así como por la generosidad de inversionistas privados que pretenden, como todo negocio,  recuperar su inversión y ganar más.

Sin lugar a dudas, la dinámica electoral del país, conllevan a que los candidatos una vez elegidos se dediquen a pagar sus compromisos frente a todas las personas que han facilitado las cosas para atender las demandas del electorado, de ahí que es común ver en ellos decisiones apartadas del interés general, lo que habitualmente resulta reprochable por la ciudadanía, sin embargo, es vital que la misma ciudadanía haga su propio acto de contrición sobre el impacto de su actuar politiquero en el encarecimiento de las campañas electorales, la corrupción y el desgobierno, por cuanto tal tendencia, conduce a que los elegidos no tomen decisiones autónomas, desinteresadas y conscientes con el interés común; y como efecto no menos grave,  que nuevos liderazgos se atrevan aspirar, no por ausencia de un verdadero deseo de servir, sino porque escasean de recursos económicos para hacerlo. Definitivamente, las próximas elecciones podrían ser una buena oportunidad para empezar a cambiar la forma de hacer política, como diría Manuel Fraga “La política es el arte de lo posible; para lograrlo hay que intentar muchas veces lo imposible”. ¡Es el momento de empezar a intentarlo!

Por: Diego Fernando Caballero Medina.