¡Oh, qué emocionante! El 29 de octubre se abrió el telón de este drama político en el que nuestros queridos líderes decidieron jugar a ser gobernadores, alcaldes, diputados y concejales. ¡Qué conmovedor!
El resultado, por supuesto, nos dejó boquiabiertos. El partido de Gustavo Petro, el presidente que seguramente tenía todos los ánimos del mundo, tuvo la delicadeza de mostrar su elegante derrota. O tal vez, simplemente, nos demostró su baja «elegancia» en el fracaso. ¡Qué manera de describirlo!
Pero, tranquilos, amigos, porque esta comedia electoral nos brindó una verdadera «fiesta de la democracia». Todos sabemos que una buena fiesta debe tener risas, lágrimas y un poco de caos.
Y, como cereza en el pastel, nos prometen que debemos esperar pacientemente unos meses para ver las «consecuencias» de este proceso. ¡Estoy seguro de que serán absolutamente fascinantes!
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Por: Hernán Losada