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lunes, septiembre 16, 2024
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Después del 5-0: de la euforia a la tragedia

Cuando un colombiano escucha las palabras “el 5-0″, solo hay un momento que se viene a la cabeza y, en algunos casos, a la memoria. Sea porque lo vivieron en carne propia o porque encontraron la repetición del partido en la red, la referencia a la histórica goleada que le propinó la selección Colombia a su similar de Argentina en el Estadio Monumental por las Eliminatorias al Mundial de Estados Unidos 1994 cuando se escuchan esas palabras, es ineludible.

A día de hoy todavía se discuten los aspectos positivos y negativos que quedaron luego de esos 90 minutos de lucidez técnica y táctica para el combinado dirigido por Francisco Maturana. Pero independiente del juicio de valor, ese partido fue uno de los momentos que culturalmente definieron a Colombia y a su gente. Generaron un entusiasmo y un fervor a nivel nacional que a lo sumo sólo pueden compararse con los despertados por el combinado nacional en el Mundial de Brasil 2014.

Todo el país se quiso sumar al bus de la victoria, a nivel internacional se daba a la Tricolor como uno de los animadores del torneo, y se entregaron al fervor colectivo. Mientras tanto, una serie de factores conspiraron para lo que terminó siendo una participación decepcionante desde todo punto de vista, y una tragedia que alimentó la reputación del país como uno violento hasta niveles absurdos.

Es por eso que Infobae Colombia hace un recuento por las repercusiones de un partido que marcó un punto de quiebre en la historia de Colombia en más sentidos que los meramente futbolísticos.

Una celebración a costa de la vida propia

No hay que olvidar que Colombia en 1993 vivía aún los estragos de la guerra de los carteles de la droga contra el Gobierno nacional. El hecho de que el país destacara en algo que no fuese la persecución a Pablo Escobar o el conflicto armado produjo una catarsis desbordada. Aún se recuerda el pedido del narrador William Vinasco en plena transmisión del 5-0 para que las autoridades declararan el 6 de septiembre (un lunes) como día cívico.

La Alcaldía de Bogotá accedió al pedido y desde la noche del 5 de septiembre y en los días siguientes al juego se celebró por todo lo alto, con la población saliendo a las calles con maicena en mano, haciendo el “uno, dos, tres, cuatro, ¡cinco!” en un momento donde el alcohol no podía faltar.

Sin embargo, las autoridades no tardaron en dar un reporte desalentador producto de las celebraciones. En Bogotá y producto de los excesos con el alcohol, se reportaron 82 muertos (67 de ellos por homicidio), 725 heridos, y 15 por accidentes de tránsito producto del estado de embriaguez generalizado.

El narcotráfico se suma a la fiesta

Para 1993 la relación entre el fútbol y el narcotráfico ya llevaba cerca de 15 años. Antes de ese momento se caracterizaba por la inversión de los capos de la droga en los clubes tradicionales del fútbol colombiano. El cartel de Medellín metió su dinero en Atlético Nacional e Independiente Medellín, el cartel de Cali en el América, y Gonzalo Rodriguez Gacha El Mexicano en Millonarios, sumados a los distintos testaferros que se involucraron en la mayoría de clubes colombianos de ese tiempo.

Pero con el cambio de década y ante el debilitamiento del cártel de Medellín por la guerra total con el Estado colombiano, se presentaron cambios en esa relación. De fomentar rivalidades regionales en los 80, se pasó a centrar ese apoyo en la selección Colombia y en influir para que los jugadores de uno u otro club estuvieran presentes en la convocatoria.

Un episodio en particular marcó ese vínculo entre los capos de la droga y la selección. El primero, tuvo lugar en mayo de 1994, mientras el combinado se encontraba en Cali concentrado previo a un partido de preparación ante el Parma.

En los adelantos del documental 1994, el primer año de nuestras vidas de Señal Memoria que se estrenará en septiembre, el periodista Mauricio Silva relató que unos hombres a las órdenes del grupo delincuencial movilizaron a todo el plantel con los ojos vendados hacia un lugar secreto donde fueron puestos ante la presencia de Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela. Allí se les ofrecieron unas sumas económicas de acuerdo a qué tan lejos llegaran en el certamen. En esa reunión, según versiones, también se les pidió que hicieran campaña públicamente por Ernesto Samper, algo que como se mencionó solo el Pibe Valderrama hizo de manera pública.

De igual modo Juan José Bellini, el entonces presidente de la Federación Colombiana de Fútbol y anteriormente presidente del América de Cali, fue detenido en 1995 por el CTI tras comprobarse sus nexos con el cartel de Cali sirviendo de testaferro para el grupo narcotraficante.

La expectativa internacional alimentada por las predicciones

El 5-0 fue una completa sorpresa a nivel internacional, porque si bien Colombia venía dando pasos importantes para hacerse notar en el panorama internacional, en ningún caso se esperaba que Argentina fuera a perder un juego de local, y menos por ese marcador. Es así como admirados por el juego mostrado por la selección en esa oportunidad, se sucedieron los comentarios de figuras de renombre mundial alabando su juego.

El más recordado de todos ellos fue Pelé, quien aseguró que Colombia era su selección favorita para quedarse con la Copa del Mundo de 1994, a la par que se mostraba crítico con su propia selección de Brasil. Irónicamente fue el Scratch quien se terminó llevando el certamen bajo el liderazgo de Romario y Bebeto.

Ese optimismo se extendió a dos entrenadores referentes del momento como Arrigo Sacchi, el seleccionador nacional de la Italia que terminó subcampeona de ese Mundial (además de un gran admirador del juego de Andrés Escobar), y Johan Cruyff, por esos días entrenador del Barcelona del Dream Team. Ambos manifestaron su admiración por el juego desplegado por los dirigidos por Maturana, y desde los medios de comunicación no se tardó en hacer eco de dichas declaraciones en las semanas previas al torneo.

El ambiente de optimismo exagerado

Eso condujo a un optimismo generalizado que anuló cualquier posible sentido de la crítica hacía el juego de la Selección o su preparación. A menudo se olvida que antes del 5-0 había un debate sobre quien debía ser el delantero titular entre el Tino Asprilla, el Tren Valencia, Iván René Valenciano y Victor Hugo Aristizabal, o sobre la elección de Óscar Córdoba como arquero titular tras el encarcelamiento del habitual René Higuita por mediar ilegalmente en un caso de secuestro.

Pero tras ese partido, todo se olvidó. Se comenzaron a transmitir repeticiones constantes del partido, se hacía hincapié en la “humillación” que sufrió Argentina mostrando la recordada tapa de El Gráfico titulada “vergüenza” sobre un fondo negro, y hasta se mostraron imágenes del juicio público que recibió el arquero albiceleste Sergio Goycochea en el programa argentino Tiempo Nuevot, cuando José Sanfilippo dijo su recordada frase “usted se comió todos los amagues, pibe”.

Una sencilla manifestación de esa euforia desmedida se puede ver durante las notas previas al primer partido de Colombia en el Mundial ante Rumania. En varias de ellas (que se pueden encontrar en la red) era habitual que cuando les preguntaban a los aficionados como iba a terminar el partido, estos respondieran “5-0″ de manera irreflexiva.

Eliminación prematura y tragedia

Esa suma de elementos tuvo su manifestación más evidente y opuesta a lo marcado por el 5-0 el 18 de junio de 1994, cuando Colombia debutó en el Mundial de Estados Unidos ante Rumania. El Rose Bowl de Pasadena esperaba una nueva exhibición de toques cortos y contraataques letales como la de ese 5 de septiembre de 1993.

Nada más lejos de la realidad. A los 15 minutos de juego, el atacante Florin Raducioiu aprovechó un espacio en la banda derecha para recibir un balón filtrado y batir a Óscar Córdoba. Colombia intentó responder lanzándose al ataque pero con una desesperación y falta de criterio que no habían mostrado durante las Eliminatorias. Ahí donde Colombia no pensaba en sus rivales para afrontar los partidos, Rumania estudió hasta el más mínimo detalle del juego. Inclusive la tendencia de Córdoba de salir del arco más de la cuenta fue estudiada por la gran estrella rumana, Gheorghe Hagi, que convirtió el 2-0 con un increíble disparo de larga distancia. El Tren Valencia descontó finalizando el primer tiempo, pero en la parte complementaria Colombia seguía sin encontrar el rumbo, a pesar de que no faltaron las intervenciones del guardameta Bogdan Stelea. Finalmente, al minuto 89, Raducioiu aprovechó un nuevo error en la defensa nacional y una mala salida de Córdoba para rematar a puerta vacía y decretar el 3-1.

Aunque en la previa se esperaba que Rumania fuera el rival más complicado, el optimismo general bajó considerablemente luego de esa derrota, debido al desespero mostrado por los jugadores colombianos. El 22 de junio nuevamente en el Rose Bowl, Colombia se midió ante la anfitriona Estados Unidos con la esperanza de enderezar el rumbo. Pero la apatía del combinado nacional se hizo notar desde el principio. Incapaces de generar juego ofensivo con claridad, al minuto 35 Andrés Escobar convirtió un autogol en propia meta cuando intentaba rechazar un centro peligroso los norteamericanos.

En la segunda parte el volante Earnie Stewart ganó la carrera a la defensa colombiana mientras buscaba un balón al pesacio, y ante una nueva salida en falso de Córdoba, remató al palo izquierdo para aumentar la ventaja. Colombia no pudo reaccionar y de nuevo un tardío gol del Tren Valencia en el minuto 90 maquilló lo que terminó siendo una gran decepción nacional.

La victoria ante Suiza por 2-0 en el último juego cuando la eliminación estaba certificada, solo sirvió para alimentar la sensación de que era una generación que podía haber dado mucho más. De este modo Colombia hacía las maletas antes de tiempo y apenas diez días después de su autogol, el 2 de julio de 1993 Andrés Escobar fue asesinado en una discoteca de Medellín en hechos que nunca fueron totalmente esclarecidos tras una disputa verbal con los hermanos Gallón Henao, vinculados con el narcotráfico. Así, lo que comenzó con violencia motivada por la euforia, terminó en violencia motivada por la frustración. Era el fin de una era para el fútbol colombiano.

Por: infobae.com / Foto: Ovación

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