Hoy estoy feliz. Estoy radiante y encantada al poder escribirles algo acerca de lo cual, después de mucho tiempo, pensé que no iba a disfrutar en vida. Lo escuché por décadas y nadie concretaba el sueño. Estamos en una ciudad como Neiva donde últimamente no se acostumbra a recibir este tipo de anuncios.
Hace unos días, gracias a muchos medios locales, me enteré de una noticia que me cambió el estado de ánimo. Sentí que volvía a creer y salí corriendo a confirmar que fuera cierto. Les cuento: un grupo de ciudadanos cansados del deterioro constante de nuestra urbe, apoyados por un ex concejal del que he escuchado su nombre muchas veces, pero no conocía realmente mucho, llamó mi atención:
¿Conocen el Parque de la Música, sí? Anteriormente denominado Concha Acústica (y mucho antes Parque Infantil) en el barrio Altico de la comuna 4 de Neiva si no me equivoco, donde se ubicaba el ITRE, actualmente una Universidad privada. Detrás del Parque, centro de la mayoría de las actividades de ahora del Festival 2023 para que se orienten, están unas escaleras que yo me había resignado y creí que ya nunca las iba a ver como las vi en estos días. ¡!Qué dicha ver que alguien sin especulaciones concretó esta obra! ¡Llena de vida al sector y esperanzas! La emoción la compartí al asistir al espacio junto con vecinos de la cuadra que sonreían orgullosos por esta nueva maravilla turística que valoriza sus hogares.
‘Acciones por Neiva’ se hace llamar el conjunto de opitas que junto con los líderes de acción comunal del sector nos acaban de regalar con trabajo, esfuerzo en equipo, colaboración de empresarios y ciudadanos interesados en que pronto la ciudad mejore y sin populismos una obra mágica, una luz en la oscuridad decadente de la capital bambuquera. Y a la par de estas personas, toca decirlo, está el líder Germán Casagua, un joven al que pude conocer ahí mismo junto con su esposa (¡personalmente son más bellos que en fotos!) y con los que pude dialogar amistosamente, hacerles preguntas y todos sentados en uno de los pocos escalones libres que había por estar rodeados de sonrientes vecinos en sintonía que también querían conocerlos. ¡Cuánta alegría y vecindad inesperada! ¡Y ver a los restauradores disfrutando de nuestras expresiones y nosotros de las de ellos cual niños con regalo nuevo fue muy lindo y necesario!
Uno se acerca y ¡de lejos ya se le abren los ojos para recibir esa postal! Se aprecia en el piso el cuadro de una pareja bailando el Sanjuanero, justo el paso de la “arrastrada del ala”, momento clave de la coreografía o baile en el que la mujer arroja el sombrero al piso y ambos se acercan al mismo. Leer “Neiva” en el piso arriba de la figura del hombre a la derecha y “Péguese la rodadita” del lado izquierdo junto a la mujer emocionan. El viernes asistimos con un grupo de alumnos. ¡Verlos correr, escucharlos, reír de esa manera, y después la mejor foto fue cuando atentos escucharon las historias en esos murales cargados de historia, de tradiciones huilenses y colombianas! Las paredes que las acompañan están adornadas con obras de arte urbano, convirtiendo cada tramo en una galería de arte al aire libre donde uno puede descubrir detalles y publicarlos en fabulosos selfies que ya inundan las redes.
Nos enseñan a criticar con facilidad, a siempre estar atentos a qué le podemos marcar negativamente al otro. Agradezco a mis padres que me enseñaron a ser agradecida, a valorar la generosidad de los que demuestran pasión por las obras. ¡Es una victoria contra la delincuencia y los malos hábitos que tienen secuestrada a nuestra amada ciudad!
La bautizaron La Sanjuanera y en redes he leído en reiteradas publicaciones una expresión que deseo compartirla: “¡No es Rio de Janeiro, es Neiva!” e invito a mis lectores a que se acerquen y lo comprueben con sus propios ojos, que disfruten como yo este obsequio inesperado y sorprendente. ¡Recomiendo tener la batería con mucha carga en el celular porque está llena de imágenes de nuestro folclor y tradiciones, tiene unos colores radiantes, una luz fabulosa! Está ubicada en la bajada de la Calle 10 a la derecha antes, como les dije al inicio, del Parque de la Música. ¡Estratégicamente ubicado para que se acerquen a conocerla!
¡Una Joya Renacida en el Corazón de la Ciudad! ¡Qué viva el San Pedro y ahora también este rincón recuperado de Neiva honrando al arquitecto Jaime Salazar Díaz que la creó y en vida puede ver la mejora! Un faro símbolo de resiliencia y transformación. Cada paso que damos en ellas nos recuerda que los lugares olvidados pueden renacer con esplendor, convirtiéndose en tesoros que cautivan a propios y extraños. Hoy quiero demostrar esta gratitud y aplaudirlos.
Por: Claudia Sandoval, ‘La Profe’
