Por: Mauricio Bahamón O.
Entremos en contexto. Un falso profeta es alguien que finge tener un don divino de profecía o que habla en nombre de un ser superior sin representarlo fielmente. Ellos pueden engañar para que crean sus falsas ideas y se aparte de la voluntad de Dios.
Ahora bien, en la versión política, un falso profeta en política es alguien que usa su imagen o su supuesto carisma para engañar al pueblo elector y vender sus ideas o propuestas que en muchos de los casos pueden ser contrarias a la verdad y en su mayoría contraria al bien común. Aprovechando ese desconocimiento del sistema y la forma como se maneja una administración pública estos ‘pseudo-personajes’ utilizan su facilidad para enredar con su verborrea.
Esa capacidad de mostrarse como un salvador impoluto pero que en realidad son unos demagogos que se aprovechan las necesidades y la ignorancia para obtener un resultado a su favor y simplemente “lucrarse”.
Solo en lo local quedo sorprendido ver candidatos en busca de cándidos electores, prometiendo ser los salvadores de necesidades, hábiles interlocutores, hábiles detectores de esa necesidad quienes al llegar a un escenario trasmiten de inmediato la solución a la necesidad que están buscando.
Aterrizando la idea, aspirantes a Concejo y Asamblea manifiestan ser quienes le pavimentarán la vía, llevarán la electrificación rural, el servicio público faltante, les harán su mejoramiento de vivienda, exhortarán a las autoridades para dar solución a tanta inseguridad, les arreglarán el estadio de futbol, los neivanos saben perfectamente cuál. Y después sin la más mínima muestra de vergüenza terminan diciendo: “Aunque no somos ordenadores del gasto, simplemente haremos un control político y procuraremos que el alcalde y el gobernador lo hagan… jalonando los recursos del nivel nacional”.
Muchos escucharon una frase “el fin justifica los medios” y se les quedó como doctrina, aunque la mayoría ni sabe quién la dijo o a quien se la atribuyen. Y otros que sí podrían por ser ordenadores del gasto público, no hacen más que prometer para luego meter, pero un gol, ya que no hacen más que soplar y amenazar.
Hoy dijo ‘Melqui’ “No es borrachera, es bazuco”, y la palabra de él es verdad y otra inaudita verdad es la ‘Opitofagia’ esa que demuestra la incapacidad y el hambre de poder en algunos. Mi pregunta cuando habíamos tenido una designación de orden nacional representada por un huilenses, ganada a pulso pasando un filtro de entrevistas y un estudio exhaustivo de hojas de vida para luego hacer un recorrido y ser seleccionado por miembros del gremio. ¡Nunca! Y hoy que la tenemos unos pocos quieren arrebatárnosla pensando que van a poner uno de su total manejo quien sin merito ni gloria podrían manejarlo para luego manipular un gremio. Orlando Beltrán Cuellar, Armando Acuña, Leyla Rincón, Teódulo Guzmán, entre otros y un superior de nuestro departamento quien ha estado detrás de todo esto. Ellos quienes encajan perfectamente en la fábula de los sapos y la luciérnaga. Lógicamente son los sapos y la luciérnaga esa persona que como brilla con luz propia se la quieren comer.
